Sandra Priore contó como se abrió paso, a pura personalidad, en un mundo donde las mujeres no suelen tener las puertas abiertas.
La pasión por la pesca le cambió la vida a Sandra Priore. Un amor por una actividad hegemonizada por los hombres, que casi no da margen para la participación de las mujeres y que se convirtió en un faro que le permitió sortear las exigencias que impone participar de un ciclo como Gran Hermano.
Así lo relató durante su participación en el ciclo Escucharla, que conduce Pato Galván por Infocielo Play, ese impulso fue más fuerte que cualquier obstáculo. “El objetivo era tan fuerte, no dejar de ir a pescar, arreglar mi lancha, que todo el tiempo pensaba en eso”, resume. Lo que no imaginaba era que ese entusiasmo la llevaría de lleno a un ambiente donde las mujeres casi no existían.
Un mundo de hombres
Priore recuerda que todo empezó cuando una pareja amiga la llevó, junto a su marido, a Esquina, Corrientes. Ahí descubrió que en las cabañas “donde está lo más lindo, la naturaleza”, no había mujeres pescando. “Son todos hombres”, pensó. Y cuando se animó a decir que quería ir igual, la respuesta fue inmediata: “¿No te das cuenta que usamos todos el mismo baño?”. Su decisión no cambió: fue igual.
El impacto de su presencia quedó grabado. “Cuando aparecí entre los grupos de hombres abrían los ojos como el 2 de oro”, cuenta. La sorpresa, con los años, se transformó en contagio. Cinco años después, las esposas de los amigos de su marido empezaron a sumarse. Algunas, incluso, impulsadas por ella. Hoy viajan juntas a Santa Fe, a Corrientes y a distintos puntos del país: “Todos con los mismos derechos, de pe a pa”.
Las barreras que nadie ve
Priore asegura que la pesca es un ambiente “totalmente machista”. No solo por las miradas: también por la falta de infraestructura mínima pensada para mujeres. “Cuando salís con el guía de pesca en una lancha, no hay nada preparado para que una mujer pueda hacer pis. Salvo que bajes al monte”, explica.
Pese a todo, insiste en que su lugar lo ganó pescando. “¿Sos buena? Soy buena. Qué te voy a decir. Me gusta pescar, amo. Tenés que sentir, te tiene que gustar el agua, el sol, el paisaje. No hay intuición, hay conocimiento de tanto ir”. Una definición que condensa una historia donde la pasión y la insistencia lograron abrir un espacio que parecía prohibido.